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La paradoja de la innovación

Hace medio siglo que la juventud en Europa se rebelaron contra la sociedad industrial ¿que sucedió?
Compartimos una breve introducción que Margarita Padilla ofreció en el marco de un taller sobre innovación que organizó la Asociación La Kalle, donde se reflexiona sobre los valores de la sociedad industrial y la actual sociedad red a través de sus máquinas, y sobre las contradicciones que entrañan para modelos de negocio como el cooperativista cuestiones como la innovación.

Para facilitar la accesibilidad de la charla compartimos la transcripción de la charla.

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Tengo sesenta años y conocí la sociedad industrial cuando trabajé de joven en una fábrica metalúrgica. Leí una vez en un libro que si quieres saber cómo funciona la sociedad medieval estudia cómo es una catedral. Esa idea me ha servido mucho y, como mi pasión son las tecnologías, a veces intento entender cómo funciona una sociedad a través de sus máquinas físicas y, como sabemos, la máquina física de la la sociedad industrial es la de máquina de vapor.

Lo que me ha parecido observar es que la máquina de vapor, que tiene unas cualidades como fuerza, resistencia y potencia, en esa sociedad que articulaba el trabajo alrededor de la máquina de vapor. Lo bueno, en esas sociedades, era como un calco de la máquina de vapor. Las personas tenían que ser fuertes, resistentes, perseverar, persisitr en repetición, mantener continuidad, ser estables, aceptar la disciplina y la autoridad, ser obedientes, soportar la rutina… ser de una sola pieza, es decir esforzarse, sacrificarse, resistir la frustración, hacer planes esperando compensación a largo plazo....

Contra esta sociedad y sus valores hubo la revuelta, la del Mayo 68, de obreros y estudiantes, que atravesó el mundo. Nos sentíamos embrutecidos por ese trabajo fabril, monótono, rígido  castrante, agotador y que nos negaba toda posibilidad de felicidad y de goce, de disfrutar de la compañía del otro, del erotismo y del goce de lo bueno de la vida. Por eso un lema del mayo del 68 decía “Debajo de los adoquines está la playa”. Si vamos más abajo hay otro mundo y queremos conocerlo y disfrutarlo.

En esa sociedad rígida e industrial la manera de vehicular el camino hacia ese goce fue la libertad. Ahora suena raro pero es la libertad de que una mujer lleve pantalones y un chico el pelo largo… Ahora nos parecen tontas, pero antes no existían esas libertades, ni tampoco otras como la sexual, la cultural, la creativa...

Esa rebelión puso en crisis las tasas de ganancia y los procesos de acumulación capitalista porque no queríamos ir a trabajar. No queríamos un trabajo para toda la vida no queríamos seguridad. Lo que nos ofrecía esa sociedad industrial, lo que nos ofrecía ese trabajo en la fábrica no lo queríamos. Por tanto no valía nada, perdía valor. La propuesta capitalista perdía valor. Y las tasas de ganancias se vieron afectadas.

Y a eso el sistema capitalista lo reaccionó. No fue una reacción inmediata pero más o menos con el cambio de siglo el neoliberalismo se articula con la propuesta de globalización. A mi me parece como una ofensiva contra ese deseo de libertad y de goce.  Y lo que propone u obliga es a movilizar el deseo a favor de la acumulación de capital, es decir, poner nuestra libertades a trabajar, poner a trabajar la libertad que tenemos.

Y otra cosa que a pasado ha sido es el desarrollo de las tecnologías. Uniendo estas dos cosas, esta ofensiva capitalista que pone nuestras ganas de libertad a trabajar unido a las tecnologías es lo que ahora podemos llamar sociedad red, que también tiene su máquina: la red física de ordenadores.

Ahora lo bueno, los valores que esperamos de una persona, son las cualidades que pueden tener los ordenadores de una red: que sea flexible, adaptable, ágil, que se mueva, que no se estanque, que sea versátil, que supere las jerarquías, que sea creativa, que trabaje en tiempo real, que se singularice, que se descentralice capacidad de iniciativa, que tenga capacidad de iniciativa, que sea colaborativa...

Como fruto de esa ofensiva capitalista todas esas cualidades ya no son opciones, sino que son una mezcla entre opciones y obligaciones. Y una de las maneras de convertir esas opciones en obligaciones es la presión por la innovación. La innovación es un concepto empresarial que pretende poner la creatividad a favor de la cuenta de resultados.

Nosotras estamos en una cooperativa y somos una empresa pequeña. Aún sin ánimo de acumular necesitamos pagar las nóminas y hay que hacer gestión.

Entonces surge la cuestión del emprendimiento y de la innovación y de la invitación a asumir riesgos. La innovación, desde la cultura empresarial, se asocia a la necesidad de asumir riesgos. Si haces algo que no se ha hecho nunca ¿cómo sabes si funciona? Podrá o no funcionar. Si no hay riesgo no podemos denominarla innovación, sino un proceso estable de mejoras donde no hay riesgo.

Se da, a mi entender, una situación paradójica, porque yo no quiero la vuelta a la fábrica, no quiero un trabajo embrutecedor y quiero que todos seamos creativos y flexibles y no nos estanquemos y aprendamos del error. Y a la vez veo una amiga que puso una tienda y a los seis meses ha cerrado y otras un estudio y han cerrado… a lo mejor movilizaron los ahorros de toda la familia. Arriesgaron y perdieron.

Y me pregunto ¿quién está ganando con tantas pequeñas pérdidas? ¿Quién gana lo que otros pierden? Hay un proceso de acumulación a lo bestia que te anima al riesgo... alguien ganará entre un billón pero el resto entrarán en pérdidas que alguien acumula.

Me parece que estamos viviendo un proceso de acumulación a lo bestia a costa de la creatividad y de esta presión a la innovación a la que continuamente estamos invitados por un clima económico, por un ambiente que impele al cambio continuo.

Para mí la situación es paradójica porque aunque podamos hacer una crítica a la innovación, la necesitamos. Yo necesito innovación y la crítica no es para no hacerla. Podría ser algo parecido a lo que pasa con las nuevas tecnologías: podemos hacer una crítica de cómo usamos el móvil pero quizás la mayoría de personas no queramos renunciar a usar el móvil. Es una situación paradójica.

...

¿Cuál sería la brújula y la orientación? Sería sostener ese concepto de innovación con una ética. Y quien veo que encarna esa ética es el movimiento de los comunes, esa articulación entre proceso y mercado que pone límites a la acumulación, que abre espacios de creatividad y colaboración en el que las comunidades mantienen un cierto control sobre el resultado de su trabajo. Esa sería mi inspiración, de donde pretendo aprender...

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